Las volátiles fluctuaciones de la Comunicación
Los que trabajamos en este sector sabemos lo importante y fundamental que resulta la Comunicación para que las cosas funcionen y salgan bien. Sin embargo, no es algo tan apreciado por el común de los mortales, que se sorprenden cuando constantemente luchamos por darle su verdadero valor y visibilidad. Quizás porque pocas veces es algo cuantificable en cifras de negocio como sí lo son otras acciones, o porque simplemente solo se le da importancia cuando falla o cuando, por desgracia, no la tenemos. No hace falta echar mucho la vista atrás para buscar un claro ejemplo de ello: el confinamiento, la desescalada y todo lo que ha venido después.
La Comunicación adquirió en esas eternas semanas de confinamiento una relevancia de incalculable valor personal y profesional. Era necesaria, era esencial, era como un soplo de aire fresco en medio de un encierro que nos pedía a gritos como dice la canción de Los Zigarros ‘Hablar, hablar, hablar’ con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con las parejas… una forma de decirle a un mundo paralizado que nadie iba a poder con nosotros mientras la Comunicación existiera y nos diera impulso para seguir relacionándonos y manteniendo un contacto vital para el ser humano.
En unos meses donde la infoxicación fue el pan nuestro de cada día, la Comunicación se alzó como una de las pocas vencedoras de la pandemia a base de charlas con los vecinos por las ventanas, conversaciones con los convivientes, videollamadas con los lejanos, calls con los workmates o stories en redes sociales. Pero todo boom tiene su recesión… Con la llegada de la desescalada, de una tímida primavera y de un verano baladí a medio gas, la Comunicación volvió a pasar a un segundo plano.
La importancia de la Comunicación
No obstante, la dura realidad de la segunda ola, las nuevas medidas o el comienzo de los gélidos días provocaron que la población volviese a apretar el acelerador y la importancia de la Comunicación ganase de nuevo la posición que nunca debería perder con independencia de las circunstancias. Era necesaria. Esa tendencia al alza vivió su pico más alto durante la Navidad. Unas fiestas y unas fechas más que extrañas en 2020 que dejaron a muchos lejos de sus familias, allegados o amigos. Fue entonces cuando la Comunicación se multiplicó sustancialmente, todo el mundo necesitaba hablar y mantenerse cerca de los suyos, aunque fuese mediante una llamada de teléfono o a través de un contacto visual por vídeo.
Afrontamos ya la tercera oleada, tras el paso de la tormenta perfecta Filomena y con mucha incertidumbre en millones de aspectos. Ante este escenario nos preguntamos, ¿cuál será la próxima fluctuación de la Comunicación? ¿Terminará algún día esa volatilidad que la caracteriza? ¿Seremos todos capaces de no olvidarnos en el futuro de lo importante que es? ¿Se situará y mantendrá en el lugar que se merece algún día? Todas las respuestas a estas cuestiones solo dependen de nosotros.
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Carmen Tejón. Consultora en Kailani.